La fuerza muscular no es más que la capacidad de los músculos para generar tensión y producir fuerza contra una resistencia. Es un componente esencial del rendimiento deportivo, sobre todo en las modalidades de potencia y esfuerzos repetidos, desempeñando un papel crucial en multitud de actividades cotidianas y sobre todo deportivas.
Como en todos los blogs que os llevamos presentando los rasgos que SPORTNOMICS os pone en bandeja, aquí os traemos cómo la genética desempeña un papel significativo en la determinación de la fuerza muscular y, por lo tanto, puede influir en el rendimiento deportivo. Aquí hay algunas maneras en que la genética puede afectar la fuerza muscular y, en última instancia, el rendimiento deportivo:
1. Composición muscular: La composición de los músculos, es decir, la proporción de fibras musculares de contracción rápida y lenta está influenciada por la genética, en especial por el tan aclamado y el mal uso otorgado previamente al gen de la α-actinina 3 (ACTN3) que os presentamos previamente. Aun así, lo que es seguro es que algunos deportistas pueden tener una mayor proporción de fibras musculares de contracción rápida, lo que puede ser beneficioso para modalidades que requieren rápidas explosiones de fuerza, como levantamiento de pesas o sprints, mientras que las fibras musculares de contracción lenta serán más beneficiosas para los deportistas que practiquen modalidades de resistencia, como atletismo de fondo, ciclismo o triatlón.
2. Capacidad para desarrollar músculo: La capacidad para desarrollar músculo en respuesta al entrenamiento también tiene un componente genético previamente demostrado. Algunas personas pueden experimentar un mayor crecimiento muscular con el mismo tipo de entrenamiento que otras debido a sus predisposiciones genéticas en diferentes marcadores. Seguro que conocemos ejemplos en los que el desarrollo muscular es más elevado, teniendo que prestar importancia a esa optimización.
3. Estructura ósea y articular: La genética también influye en la estructura ósea y articular. La forma y la longitud de los huesos, así como la forma de las articulaciones, pueden afectar la biomecánica y la eficiencia en ciertos deportes. Por ejemplo, la longitud de los brazos y piernas puede influir en la mecánica de levantamiento de pesas. Estos rasgos unidos a una nutrigenómica estudiada, puede ser crucial para el desarrollo de ciertas habilidades y el mantenimiento para evitar daños a estas estructuras nos hace estar en alerta para predecir problemas asociados y poder orientar individualmente.
4. Producción de energía y metabolismo: La capacidad del cuerpo para producir energía durante la actividad física está influenciada por la genética. Factores como la eficiencia en la utilización de oxígeno y la capacidad para generar energía anaeróbica pueden afectar la resistencia y la capacidad de realizar esfuerzos intensos. Aquí traemos el ejemplo del gen de la adenosina monofosfato deaminasa 1 (AMPD1) previamente presentado, que es uno de los marcadores más estudiado en la eficiencia muscular y causante de la fatiga temprana y calambres en la práctica deportiva.
5. Respuesta al entrenamiento: La respuesta individual al entrenamiento también puede tener una base genética. Algunas personas pueden experimentar mejoras más rápidas en la fuerza y el rendimiento en respuesta al entrenamiento, mientras que otras pueden requerir un esfuerzo adicional mediante potenciación de los puntos débiles que la genética nos puede ayudar a conocer.
Es importante destacar que, aunque la genética puede establecer ciertos límites, el entrenamiento y otros factores ambientales también juegan un papel crucial en el desarrollo de la fuerza muscular y el rendimiento deportivo. Como hemos hablado, la nutrición, la planificación del entrenamiento y otros aspectos del estilo de vida son factores modificables que pueden optimizar el rendimiento, incluso si hay predisposiciones genéticas específicas. Aun así como remarcamos todas las semanas, la genética no actúa de forma aislada; la interacción entre los factores genéticos y ambientales es clave.
Las condiciones ambientales, el tipo de entrenamiento y otros factores externos también moldean la función pulmonar y el rendimiento deportivo.
En resumen, aunque la genética puede influir en la fuerza muscular y el rendimiento deportivo, una combinación de factores genéticos y ambientales contribuye al éxito deportivo. La individualización de los programas de entrenamiento, considerando las características genéticas y ambientales específicas, puede ayudar a optimizar el rendimiento deportivo.
La interpretación de cómo estos factores interactúan entre sí, nos puede ayudar a desarrollar enfoques personalizados para una óptima preparación física para protegerte tu salud y sacar lo mejor de ti.
