La semana pasada os explicamos en el blog los mitos que existen acerca del “gen ganador” que hace a un deportista diferencial y único y que otorgan esas cualidades que nos hacen únicos.
Pues bien, esta semana seguiremos desmontando mitos o en este caso “la mala praxis” a la hora de nombrar o de entender la influencia de las variantes genéticas que se lleva cometiendo desde hace años y que “descalifica” el rigor científico que existe en el mundo de la genética y el deporte.
El mal uso de las nomenclaturas genéticas en las ciencias del deporte es un fenómeno preocupante que puede tener consecuencias negativas tanto en la investigación como en la aplicación práctica de la genética en el ámbito deportivo.
A menudo, se utilizan términos genéticos de manera inapropiada o exagerada, lo que puede generar malentendidos y llevar a conclusiones erróneas.
El ejemplo más claro que existe es el del gen ACTN3, que se nombra en base a sus “características” de fenotipo (nombrando el genotipo en base a sus aminoácidos) en lugar de nombrarlo por las 4 letras que compone el ADN.
Este error es debido a que el gen ACTN3 no ha sido estudiado por genetistas, creando controversia y “desvirtuando” esta rigurosidad científica que desde Sportnomics cuidamos hasta el más mínimo detalle.
Uno de los problemas más comunes es la sobrevaloración de la influencia genética en las capacidades físicas y el rendimiento deportivo. Si bien es cierto que los genes desempeñan un papel importante en el desarrollo de características físicas y metabólicas, también es crucial tener en cuenta otros factores, como el entrenamiento, la alimentación y el entorno. La genética no determina por completo las habilidades atléticas de una persona, y centrarse únicamente en los aspectos genéticos puede restar importancia a la importancia del esfuerzo y la dedicación.
Otro error común es el mal uso de los estudios de asociación genética. Estos estudios buscan identificar variantes genéticas que pueden estar relacionadas con ciertas características o enfermedades. Sin embargo, muchas veces se confunden las asociaciones con la causalidad. En otras palabras, solo porque una variante genética se encuentre más frecuentemente en atletas de élite, no significa que sea la causa directa de su éxito deportivo. Esto es otro error que se ha producido por el “protagonismo” de diferentes profesionales de ciencias del deporte que sin conocer el campo de la genética, han utilizado la palabra “genética” como una medalla o reconocimiento a estos estudios tan pobres metodológicamente y sin presentar un gran numero de deportistas que avalen esta asociación genética que intentar “descubrir”.
Es importante que los científicos, entrenadores y profesionales del deporte tengan una comprensión precisa y equilibrada de la genética y su relación con el rendimiento deportivo.
Esto implica evitar generalizaciones excesivas, considerar múltiples factores y basar las conclusiones en evidencia científica sólida. La genética puede ser una herramienta valiosa para comprender mejor las capacidades atléticas y optimizar el entrenamiento, pero su aplicación debe ser responsable y ética.
Estas consideraciones desde Sportnomics están siempre sometidas a examen, debido al equipo multidisciplinar que nos hacemos cargo de que toda la información que te llegue sea lo más rigurosa científicamente hablando y se pueda ejecutar todos los aspectos multifactoriales que componen el rendimiento deportivo y que está al alcance de tu mano por menos de lo que te imaginas
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